El 15 de agosto de 1977, el radiotelescopio Big Ear de Ohio registró la señal de radio más potente y extraña descubierta hasta ahora en el programa SETI. Durante décadas, la señal ha permanecido sin explicación, pero hay una nueva hipótesis sobre la mesa, y no tiene nada que ver con extraterrestres.
La sorpresa de Ehman no era para menos. La Señal Wow! es la señal de radio anómala más potente registrada hasta la fecha. Procede del cúmulo globularM55, situado en la Constelación de Sagitario, y consiste en una serie de valores de 72 segundos transcrita como 6EQUJ5.
Durante las décadas que siguieron, lo único que se ha podido demostrar es que la señal procede del espacio, o sea, que no se debe a una interferencia con un satélite terrestre ni a injerencias causadas por nuestro propio planeta o por la Luna. Nunca se ha logrado volver a captar, ni se ha logrado determinar su origen. Por supuesto, los entusiastas de la ufología no dudan en atribuir la señal a una supuesta civilización extraterrestre, aunque ese supuesto tampoco se haya podido probar nunca. A pesar de su asombro, Ehman, como buen científico, nunca ha creído en esa hipótesis.
La frecuencia del hidrógeno El radiotelescopio Big Ear “escuchaba” el cosmos en la frecuencia de los 1420,4056 MHz. La razón de elegir esa banda y no otra es precisamente porque se trata de la frecuencia natural de emisión del hidrógeno neutro. Al ser el elemento más abundante del universo proporciona un canal óptimo para la emisión y recepción de señales y un buen balance para diferenciar el ruido de otras señales. Si hubiera algo ahí fuera, y fuera un algo inteligente, probablemente emitiría en esa misma frecuencia. La última hipótesis sobre el origen de esa señal la ha puesto sobre la mesa Antonio Paris, astrónomo en el Colegio St. Petersburg de Florida. Según Paris, la Señal Wow! tiene su origen en alguno de los dos cometas denominados 266P/Christensen y P/2008 Y2 (Gibbs). Cuando se registró la señal, ambos cometas estaban en esa región del espacio, y ambos son conocidos por liberar grandes nubes de hidrógeno cuando entran en nuestro Sistema Solar y reciben el impacto de la radiación solar. Esas estelas de hidrógeno hubieran bastado por sí solas para generar una lectura anómala y muy intensa en las mediciones. Ninguno de estos dos cometas se conocía en 1977 ya que se han descubierto en la última década. Por supuesto, la hipótesis de Paris es solo eso, una teoría.Afortunadamente, es una que puede ser comprobada. El próximo 27 de enero el cometa 266P/Christensen regresa al sistema solar. P/2008 Y2 (Gibbs) hará lo propio en enero de 2018. Si los radiotelescopios detectan una señal similar a la de 1977 en alguno de los dos, una de las teorías sobre la existencia de civilizaciones extraterrestres más persistentes de las últimas décadas será finalmente descartada.
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